miércoles, 8 de septiembre de 2010

La batalla

En 1829, el general José María Paz invadió la provincia de Córdoba y derrocó a su gobernador, el caudillo federal Juan Bautista Bustos. Este llamó en su auxilio a Quiroga, que reunió fuerzas de las provincias que controlaba e invadió Córdoba. Esquivando al ejército de Paz, que había salido a enfrentarlo, logró tomar la capital de la provincia. Pero, para evitar sufrimientos a la población, la abandonó para enfrentar a Paz en la batalla de La Tablada, del 22 de junio. La superior capacidad de Paz para manejar su artillería decidió la batalla en su favor. Quiroga fue nuevamente derrotado y tuvo que huir a su provincia.
Al llegar a La Rioja, encontró que algunos personajes estaban festejando su derrota. Hizo fusilar a diez personas y ordenó que toda la población de la ciudad se trasladara a los Llanos con sus haciendas, y destrujera todo lo que no se podían llevar. A partir de ese momento, Quiroga fue realmente el Tigre. Hay que destacar que varios de sus enemigos, como por ejemplo Lamadrid, fueron mucho más crueles que Quiroga. El mismo Paz hizo fusilar a varios prisioneros de La Tablada y envió expediciones a "pacificar" la sierra de Córdoba, que se saldaron con centenares de gauchos federales fusilados.
A continuación invadió Córdoba por segunda vez, dividiendo sus tropas en dos columnas; una, bajo su mando directo, avanzó desde San Luis por el sur, mientras la otra, mandada por el gobernador riojano Benito Villafañe, marchaba por el norte. Paz decidió salirle al cruce a Quiroga. El gobernador porteño Juan Manuel de Rosas envió dos mediadores a tratar de evitar la batalla, pero Paz los utilizó para engañar a su enemigo: los envió a su campamento e inmediatamente avanzó hacia el ejército federal. Creyendo que todavía estaba en vigencia una tregua, Quiroga fue sorprendido y derrotado el 25 de febrero de 1830 en la batalla de Oncativo (llamada también de la Laguna Larga).
Quiroga huyó hacia Buenos Aires, mientras Paz invadía las provincias que el riojano había dominado y formaba una Liga Unitaria, generalmente llamada Liga del Interior, de la cual Paz era el jefe militar y político. Rosas lo hizo recibir como a un vencedor, pero permaneció en la casa de su socio Costa, alejado de las cuestiones militares. Para él, todo había terminado.

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